miércoles, 30 de enero de 2013

GRAVEYARD - Lights Out (2012)


Tres de tres, con "Lights Out" la banda de Joakim Nilsson y compañía lo ha vuelto a hacer. No era fácil mantener el listón al mismo nivel que "Hisingen Blues" (2011), ni mucho menos superarlo, pero aquel segundo disco que situó en el mapa mundial a estos suecos como una de las mayores revelaciones de la última década en Europa, tiene un más que digno sucesor. Desde entoces parece que no sea suficiente con seguirlos de cerca, hay que mirar con lupa cada paso que dan, para bien y para mal.

Algunos vieron con recelo que se apresurasen a sacar una tercera grabación en tan corto espacio de tiempo. Incluso hay quien los tacha de oportunistas, ¡curioso! como si eso no fuera lícito, y más sorprendente, todavía, cuando las críticas parecían venir del mismo sector de público que anteriormente los había encumbrado meses atrás.

Por otro lado están quienes tienen fe ciega en Graveyard, juzgan a primera escucha, y valoran automáticamente de "obra maestra" para arriba, en plan talibán. Aun respetando todas las opiniones, tanta gracia me hacen unos como otros. Y quiero pensar que todavía somos mayoría los que estamos en medio, tomándonos con filosofía cualquier valoración subjetiva, pero meditada desde la perspectiva que requiere un disco de estas características. Cuando menos, tan disfrutable como los dos anteriores porque el cambio, aunque mínimo, es más bien una evolución lógica y natural.

Joakim Nilsson: Guitarra & Voz / Jonathan Ramm: Guitarra / Rikard Edlund: Bajo / Axel Sjöberg: Batería

"Lights Out" conserva intacta la esencia del pasado, rústica y vintage, hard rock 70s con un sonido muy similar a su disco predecesor. Normal teniendo en cuenta que repitieron experiencia grabando en los mismos estudios y con el mismo productor. El método, de forma analógica, impregna cada uno de los nueve cortes de ese aroma inconfudible, el de la vieja escuela, alejado de artificios, efectos o distorsiones. Y el resultado es soberbio, como fraguado con leña a fuego lento entre arreglos extraordinarios (saxo, teclados...), que nos sirven en badeja auténtico y genuino Rock libre de impurezas.

La diferencia más notable con este disco, a parte de una ambientación muy Purple, es que la voz de Joakim Nilsson ha ganado en multitud de registros. Espléndida manifestación de facultades, demostrando que la crudeza y la ternura no son incompatibles, ni que haya que forzar los agudos para ser realmente heavy. Un sentimiento que no desaparece aun siendo los medios tiempos quienes ganan la partida esta vez. La primera canción, "An Industry Of Murder", podría encajar perfectamente en su anterior disco y recoge el testigo justo donde lo habían dejado. Uno de los puntos más fuertes que de inmediato sorprende por el contraste de la siguiente, "Slow Motion Countdown", canción que marca un poco la pauta general de lo que vendrá después. Tonos sombríos, con más temple, instrumentaciones cubiertas de niebla y un Joakim que parece poseído por los espíritus de Jack Bruce y Jeff Buckley,




Entre claroscuros y demás tonalidades grises hay una amplia gama de matices e influencias a descubrir. Un espectro que abarca desde Led Zeppelin pasando por Atomic Rooter hasta Cream, pero con personalidad suficiente para desmarcarse de la autocopia, de la evidencia y de otras bandas que intentan lo mismo con peor fortuna. Piezas como "Seven Seven" o "Goliath" aceleran la energía y quitan la respiración con punzantes solos de guitarra, (sobresaliente el trabajo de Jonathan Ramm), baladas de corte más blues ("Hard Times Lovin"), y otras que golpean por un gradual incremento de emociones, a veces un tanto ásperas. Al final, de lo más reprobable que se les pueda achacar es que el disco se apaga con la maravilla "20/20 (Tunnel Vision)", después de 35 minutos, dejándonos intrigados con un desenlace agridulce que pedía algo más. 


En resumen, "Light Out" es un disco sensacional que sin llegar al nivel de su predecesor tampoco se queda muy atrás, donde la madurez creativa de Graveyard es clara y manifiesta, alcanzando lo que muchos otros grupos anhelan a riesgo de caer en la pretenciosidad. La gran virtud de ser creíbles en su regreso a las raíces, incluso en ausencia de luz, está en poder de estos suecos. Ojalá sigan así por muchos años y que nosotros lo veamos.

1 comentario:

Rubén Herrera dijo...

Lo primero, estupenda reseña. Considero "Lights Out" como uno de los discos más importantes del 2012 y como tu bien dices da la risa floja a aquellos que critican simplemente por soltar algo. Lo de esta gente tiene un mérito enorme, sacar un disco apenas un año después de "Hisingen Blues" y clavarlo de esa manera es para quitarse el sombrero. Con este nuevo disco para mí se han completado, y ha alcanzado una madurez musical muy buena, pero si que es verdad que estoy de acuerdo contigo en que al final te quedas con ganas de algo más. Es lo que tiene cuando escuchas grandes bandas con discos tan memorables que caemos en la frase esa que dice "cuanto más tienes, mas quieres". Saludos KARLAM