Nunca imaginé que acercarse hasta Galicia para llegar hasta el festival Musikeo fuera a convertirse en toda una aventura al más puro estilo
Indiana Jones. Directamente desde el curro, y sin pasar por casa, pusimos rumbo a tierras gallegas con la antelación suficiente para llegar, cenar, dar una vuelta de reconocimiento y situarnos tranquilamante en el recinto. El primer grupo que nos interesaba ver,
¡Pendejo!, empezaban según el progama a las 22:30 h, así que tres horas y media teníamos por delante para ir sin prisa, pero una serie de inconvenientes se fueron sucediendo a lo largo del camino. Un sol de justicia nos pegó de cara todo el viaje, nos encontramos con retenciones, carreteras en obras a medio trayecto... y cuando estamos a punto de entrar en la localidad gallega donde se celebraba el festival primera decisión importante que debemos tomar: llegamos a una glorieta con dos salidas opuestas, "Ribadeo" y "Ribadeo" (centro), es decir, cara o cruz. Decidimos meternos en el centro y preguntar después de ver carteles anunciando el Musikeo con la indicación "al lado del apeadero de FEVE". Tras un largo paseo por la ciudad llegamos a la estación de tren y, para nuestra sorpresa, allí no había nada, ni música, ni gente... hasta que aparecieron dos chavales para volver a preguntar. Por lo visto el Musikeo estaba a 8 km de allí (!?).

21:45 h y nosotros estábamos dando media vuelta para coger el coche a toda hostia, largarnos de allí sin cenar, la vejiga a punto de reventar, y con un cabreo de tres pares. Preguntamos una última vez antes de abandonar el pueblo a un chico de A Coruña llamado Jose y al que desde aquí le quiero dar las gracias una vez más. Por suerte también se dirigía hacia nuestro mismo destino asi que le invitamos a subir con nosotros en coche para que nos guiara hasta el Musikeo. De no ser por él no habríamos llegamos a tiempo porque el lugar era un descampado que estaba a las afueras, muy cerca de la playa, fatal indicado y al que se accedía por un camino secundario. Poco después de aparcar ya estaba sonando la trompeta de
El Pastuso diez minutos antes de lo previsto, así que nos pegamos otra carrera hasta la entrada para no perdernos el comienzo de
¡Pendejo!
Tocaron "Cantos a la vida" en su totalidad, desplegando un sonido demoledor desde el principio que invitaba a no quedarse quieto. Si en disco ya suenan fuertes y contundentes, en directo canciones como
"Flotadores", "Tan, Tan, Tan" o
"Arrecho Vengo" elevan su grandeza a la máxima potencia. Salieron a darlo todo capitaneados por la presencia imponente de
El Pastuso al frente, que nos demostró tener una gran voz además de hacer un buen uso de las trompetas cuando tocaba. Entre él y su primo
Jaap Melman al bajo llevan el peso de la actuación, muy bien respaldados por
Jos Roosen a la batería y un espectacular
Arjan Rijnen a la guitarra. Justo lo que esperaba es lo que me encontré, una banda muy compenetrada facturando stoner rock de calidad, cantado en castellano, echándole pelotas y con muchas ganas de agradar al personal. A fe que lo consiguieron, en las primeras filas desataron la locura entre algunos incondicionales, que ya nos sabíamos las canciones de memoria, y que no paramos de movernos con el trepidante ritmo que nos marcaban. Para el final dejaron
"Eclypse 2000" antes del bis
"Juanita", donde muchos flipamos cuando vimos a
El Pastuso con un par de botafumeiros oscilando en sus manos y "purificando" el buen ambiente que ya había de por sí.

Una de las cosas que más me sorprendieron fue ver tan poco público dentro del recinto, más o menos seríamos alrededor de cien personas, aunque bueno, mucha gente puede que todavía lo esté buscando... Los propios
¡Pendejo! después del concierto nos confesaron que habían tardado una hora en encontrar el festival dando vueltas con la furgoneta, y eso que estaban alojados a tan solo 8 km. Por cierto, además de buenos músicos son una gente muy maja y grandes conversadores, interesante charla nos pegamos con
Jaap "Monchito" al final del concierto.
Entre tanto ajetreo y los apuros del principio casi se nos había olvidado cenar así que había que aprovechar antes de que salieran
Uzzhuaia para buscar provisiones. Cual fue nuestra sorpresa cuando no vemos ni un solo puesto de comida dentro del festival, solo una barra para bebidas y algún tenderete de merchandising... lamentable. Con el agujero en el estómago nos dirigimos otra vez hacia el escenario para ver a los valencianos. Nunca los había visto, ya se me habían escapado varias veces, y todas las referencias que tenía apuntaban a que no fallarían en directo. Y efectivamente, no solo no fallaron sino que dieron un concierto impresionante en el que pudimos escuchar muchas canciones de su último trabajo "Destino Perdición", como la que da título al disco, o
"No somos perfectos" y
"Desde septiembre" entre otras. La banda no se si será siempre así pero me dio la impresión de que salieron especialmente motivados, pese a tocar ante una audiencia muy reducida, y dieron toda una lección de saber estar encima de un escenario. El cantante Pablo sabe como ganarse al público, cediendo la botella de Whisky a los fans de la primera fila, o alargando el pie de micro en alguna ocasión para que cantásemos con él.

Después de preguntarnos cuantos de los que allí estabamos habíamos escuchado su disco "Diablo Blv." , muchas manos se erigieron en alto para dar paso a un "Viaje sin fin". Fue uno de los mejores momentos del show junto las versiones que se marcaron de
The Cult,
HDS, y la propia "Nuestra Revolución" con la que se despidieron. Me alegro de haberme estrenado por fin con
Uzzhuaia después de tanto tiempo y más sabiendo que es una de las mejores bandas de rock cantado en castellano que tenemos en este país. Es increíble la calidad que tienen estos tios y como dan buena cuenta de ello en su directo, ya quisieran muchas bandas foráneas que nos visitan a veces tener este nivel y esa actitud encima del escenario. Con ellos dimos por finalizada nuestra aventura por Ribadeo, el resto del cartel ya no nos interesaba, y pese a las mil trabas que nos encontramos para llegar hasta el festival nos fuimos de allí muy contentos con la satisfacción de haber visto dos buenísimos conciertos. Al final mereció la pena.