Dentro de la pobre programación rockera que teníamos para este verano en Gijón había un concierto que no podíamos dejar pasar. El de
Rosendo destacaba por encima de todos en la agenda de agosto, y fue la noche del pasado jueves cuando recibimos al de Carabanchel, genio y figura del rock patrio que no necesita ninguna presentación. La explanada frente a la playa de Poniente presentaba un ambiente inmejorable con un lleno prácticamente hasta la bandera, abarrotada de viejos rockeros, jóvenes de todas la edades, niños acompañando a sus padres ¿o sería alrevés?, desde mucho antes de empezar ocupando sus puestos pacientemente. Poco después de las once un breve instrumental dio paso a "Ni gozo ni calvario", una de las nuevas que contiene su último disco "A veces cuesta llegar al estribillo" (2010).
Rosendo no necesita de trucos ni artificios para captar la atención, su sola presencia llena el escenario y aunque se mueva poco lo hace como pez en el agua. Son cuatro décadas a las espaldas ejerciendo este oficio, primero con
Ñu, luego con
Leño y desde el ´85 emprendiendo una carrera en solitario plagada de éxitos y temazos. Muchos disfrutamos el jueves con un repertorio de todas las épocas: "Deja Que Les Diga Que No", "De que vas?", "Sire", "No Son Gigantes", "Flojos De Pantalón", "Bailando El Aire", "Dos No Siempre Son Pares", "Masculino Singular", "El Ganador", "Voluntad Pasiva", "Del Pulmón"...
Hora y media larga de concierto por la patilla, a cielo abierto acompañado de una temperatura agradable que fue subiendo a medida que se acercaba el final. Como única pega, aunque esto ya es cuestión de gustos y a nivel personal, me sobró ese experimento reggae llamado "El Alma Se Colma", cantada por el bajista
Rafa J. Vegas. Por lo demás, tanto él como
Mariano Montero en la batería ejercieron de perfecta base rítmica, y en general muy de agredecer el gran sonido que reinó durante toda la noche.
Los mejores momentos, como era previsible, nos aguardaban para el último tercio de actuación, así fue que llegó "El Tren" de
Leño, disparando "Pan de Higo" y un "Agradecido" antes de los bises. Volvieron a salir, había que prolongar una fiesta que ya estaba montada por todo lo alto con "Maneras de vivir" y "Navegando", cantadas por todos los presentes al unísono. Se retiraron despidiéndose hasta la próxima, pero el clamor popular no cesaba de gritar
"¡Rosendo! ¡Rosendo! ¡Rosendo!" y entoces regresó para un tercer bis, ¡¡Vaya jefe!! Ahí quedó el himno de "Borrachuzos" con la que seguro más de uno se habrá sentido identificado alguna una vez. Gijón a muerte con
Rosendo ayer, hoy y siempre. Eternamente agradecidos.